escrito por Mons. Victor Manuel Fernández
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No hay nada mejor para nosotros que confiar en el Espíritu Santo; pero de verdad, no de la boca para afuera.
La verdadera confianza es una fuente de libertad, de fuerza y de entusiasmo. No es algo que nos deja quietos, pasivos. Todo lo contrario. Confiar en alguien que nos ama, nos da una gran seguridad para enfrentar las cosas con calma y con eficacia.
Cuando más nos confiamos en el No hay nada mejor para nosotros que confiar en el Espíritu Santo; pero de verdad, no de la boca para afuera., más nos sentimos seguros, protegidos. Es bueno disfrutar de ese sentimiento de protección, y así caminar por el mundo, y enfrentar la vida.
Porque la protección del Espíritu Santo es también una orientación, una guía que nos conduce por el camino, un brazo que nos apoya y suavemente nos empuja para que avancemos.
Nosotros buscamos, nos ocupamos, tratamos de discernir, pero no estamos solos, somos guiados por un consejero seguro. Gracias Espíritu Santo.
Una cosa es tener conocimientos y otra es poseer sabiduría. Las puertas del conocimiento son la investigación y el análisis.
Una de las puertas de la sabiduría es la meditación. Quien reflexiona profundamente sobre lo que él es y sobre lo que debe ser, comienza a entrar al palacio de la sabiduría.
Quien contempla los acontecimientos conflictivos y mantiene el equilibrio mental y emocional, se está iniciando en la sabiduría.
Sabio es quien logra ser veraz, quien se gobierna a sí mismo y quien se integra con amor a sus semejantes.
La meditación de la Palabra de Dios nos lleva a saber quién es Dios, cuánto nos ama y cuál es nuestro compromiso con Él, comienzo de la sabiduría superior.