Julio 23-Ayúdame a perdonar

23 de julio
escrito por Mons. Victor Manuel Fernández



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«Ven Espíritu Santo. Yo sé que si los seres humanos pueden comprender a los demás, en ti hay una capacidad de comprensión mucho más grande, infinita. Nadie puede comprenderme como tú, que siempre me invitas a volver a empezar.

Pero yo me castigo a mí mismo por dentro, y me desprecio por los errores que he cometido. No me he perdonado de verdad.

Por eso, Espíritu Santo, te pido que coloques dentro de mí tu amor inmenso, ese amor que me sostiene y me da la vida, para que pueda amarme a mí mismo como tú me amas. Enséñame a respetarme como tú me respetas. Derrama tu gracia para que pueda comprenderme por las debilidades que he tenido, para que contemple con ternura mis errores y pueda perdonarme a mí mismo. Dame paciencia y cariño para que no me condene a mí mismo y para que acepte tu perdón que me sana y me renueva.

Yo soy digno de existir porque tú me amas infinitamente. Yo tengo un lugar en esta tierra y tengo derecho a vivir y a soñar, aunque sea imperfecto. Tengo ese derecho porque tú me amas y me sostienes. Ven Espíritu Santo, para que pueda nacer de nuevo, con toda dignidad; quiero comenzar otra vez con alegría y entusiasmo.

Acepto todo mi pasado como parte de mi vida. Me declaro imperfecto, pero llamado a crecer. Me equivoqué y puedo equivocarme. Pero reconozco ante ti que tu amor no se deja vencer por mis caídas y errores, y que siempre vuelves a darme una oportunidad.

Gracias, Espíritu Santo, por tu inmenso amor, porque no abandonas la obra de tus manos.

Amén.»




El Señor es grande y poderoso

La Biblia nos introduce en el conocimiento de Dios. Una forma simple de estudiar este tema consiste en anotar los adjetivos que acompañan este nombre. Por ejemplo: grande, poderoso, sabio, creador, bondadoso, etc. En su conjunto —sobrepasan el centenar— nos iluminan sobre este gran misterio. Y la inmensidad de Dios nos abisma en profunda adoración.

- Entrad, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro, porque él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía. Salmo 94.
- Todos los pueblos vendrán a postrarse en tu presencia, Señor; bendecirán tu nombre: "Grande eres tú, y haces maravillas; tú eres el único Dios". Salmo 85.
- Pero yo, por tu gran bondad, entraré en tu casa, me postraré ante tu templo santo con toda reverencia. Salmo 5.

El culto de adoración se da sólo a Dios y el signo que lo evidencia es la postración o la genuflexión. Adoramos a Dios desde nuestra condición de simples criaturas, “polvo y ceniza”, conscientes de nuestra pequeñez y debilidad. Ésa es la actitud que atrae la ternura de Dios. “En ése fijaré mis ojos, en el humilde y abatido, en el que se estremece ante mis palabras” (Is. 66, 2). Te auguro que progreses en el estudio de la Palabra de Dios.
* Enviado por el P. Natalio




Marzo 2017 - Página Jimdo de blaque