escrito por Mons. Victor Manuel Fernández
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“Ven Espíritu Santo, sácame del encierro donde me he clausurado, y abre mi vida a los demás.
Derriba las paredes de mi pequeño yo.
Regálame, Espíritu Santo, el don de la disponibilidad.
Hazme disponible para servir.
Hazme disponible para escuchar.
Hazme disponible para compartir.
Hazme disponible para ayudar.
Hazme disponible para acompañar.
Hazme disponible para consolar.
Hazme disponible para alentar.
Hazme disponible para celebrar.
Ven Espíritu Santo, abre mi corazón cerrado, para que no esté siempre pensando sólo en mis necesidades y proyectos, para que aprenda a caminar con los demás, como un verdadero hermano de todos.
Ven Espíritu Santo.
Amén.”
Tenemos una especial necesidad de orar, porque en nuestra congregación el trabajo es sólo el fruto de la oración... nuestro amor en acción.
Si estamos de verdad enamoradas de Cristo, aunque nuestro trabajo sea pequeño, lo haremos mejor, será incondicional.
Si tu trabajo es descuidado, quiere decir que tu amor a Dios es descuidado.
Tu trabajo tiene que ser la prueba de tu amor.