04 de mayo
escrito por Mons. Victor Manuel Fernández
https://misionerosdigitales.com/wp-content/uploads/2019/05/4-de-Mayo.mp3
En Marcos 3,22-30 se habla de un pecado contra el Espíritu Santo. ¿A qué se refiere?
Esta blasfemia contra el Espíritu Santo es la actitud de quien se cierra a la acción del Espíritu poniendo excusas; es ver los signos que Dios nos regala para que creamos, pero hacer callar a Dios con excusas blasfemas con tal de no cambiar los propios planes. Evidentemente, cuando el corazón se cierra de esa manera, el Espíritu Santo no puede actuar.
Este pecado contra el Espíritu Santo se refiere entonces al corazón cerrado que rechaza la Palabra de Dios, rechaza los signos de su amor, y en definitiva rechaza el perdón de Dios. Por eso no puede ser perdonado mientras persevere en esa actitud, ya que Dios no actúa en contra de las decisiones de la libertad humana.
La nuestra es una libertad enferma y débil, pero que nos permite hacer una historia, caer y volver a levantarnos. También nos permite decir que si seguimos el camino de Dios no es porque él nos haya forzado. La iniciativa siempre es suya, y él nos da su gracia para que podamos responderle; pero hay una respuesta que debe brotar de nuestra libre aceptación.
El Espíritu Santo es infinitamente respetuoso. Pero no vale la pena cerrarle las puertas y elegir la muerte. Elijamos su amor y su vida, también hoy.
escrito por Mons. Victor Manuel Fernández
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En Marcos 3,22-30 se habla de un pecado contra el Espíritu Santo. ¿A qué se refiere?
Esta blasfemia contra el Espíritu Santo es la actitud de quien se cierra a la acción del Espíritu poniendo excusas; es ver los signos que Dios nos regala para que creamos, pero hacer callar a Dios con excusas blasfemas con tal de no cambiar los propios planes. Evidentemente, cuando el corazón se cierra de esa manera, el Espíritu Santo no puede actuar.
Este pecado contra el Espíritu Santo se refiere entonces al corazón cerrado que rechaza la Palabra de Dios, rechaza los signos de su amor, y en definitiva rechaza el perdón de Dios. Por eso no puede ser perdonado mientras persevere en esa actitud, ya que Dios no actúa en contra de las decisiones de la libertad humana.
La nuestra es una libertad enferma y débil, pero que nos permite hacer una historia, caer y volver a levantarnos. También nos permite decir que si seguimos el camino de Dios no es porque él nos haya forzado. La iniciativa siempre es suya, y él nos da su gracia para que podamos responderle; pero hay una respuesta que debe brotar de nuestra libre aceptación.
El Espíritu Santo es infinitamente respetuoso. Pero no vale la pena cerrarle las puertas y elegir la muerte. Elijamos su amor y su vida, también hoy.