Junio 9-Espíritu Santo, tú eres alegría que desborda

9 de Junio
Escrito por Mons. Victor Manuel Fernández


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«Espíritu Santo, tú eres alegría que desborda, que se derrama luminosa en cada criatura. El mundo entero es un canto de gozo que surge como cascadas de vida de tu exceso de amor. Toca mi interior con tu gracia, Espíritu Santo, para que pueda tomar parte en esa felicidad.

Muéstrame la belleza y la bondad de las cosas pequeñas.

Te doy gracias, Espíritu de vida, por el agua, la luz, los colores, las sensaciones de la piel, la voz de mis amigos, las manos, el cielo, la sangre que corre intensamente y me mantiene vivo. Enséñame a buscar siempre algo más en la vida.

Porque mientras hay vida hay esperanza. Todos los días nacen niños, todos los días puede aparecer un santo, un sabio, un héroe, y el amor nos sorprende en cualquier esquina.

Despierta en mi interior, Señor amado, un intenso amor a ti, para que te busque con el corazón ardiente, para que me goce en tu amistad, y repose en tu presencia cada noche con una sonrisa en los labios. Muéstrame las maravillas de tu amor, Espíritu Santo, para que seas mi lugar de delicias, mi tesoro, mi banquete feliz. Me regocijo en ti, infinito y glorioso.

Ayúdame a probar la alegría de Jesús resucitado. Dame la potencia de tu gracia para que todo mi ser sea un testimonio de tu gozo.

Amén.»


El Señor te ha regalado la luz de la fe para que la irradies a tu alrededor, con el ejemplo y con la palabra. Jesús te anima a hacer brillar ante los ojos de los hombres la luz que hay en ti. Cada uno tiene posibilidades distintas, pero no menos valiosas. Dios ha dispuesto que las almas vayan iluminando a otras almas, como si fuesen antorchas.
Un sacerdote ese domingo habló sobre “No robarás”. Al día siguiente, subió a un colectivo y dio al conductor dos pesos. Este le dio el cambio y el sacerdote se dirigió al asiento. Echó un vistazo al cambio y lo guardó. Había diez centavos de más. Pensó que la empresa jamás advertiría la pérdida. Pero luego sintió en su conciencia que esos centavos no eran suyos. Se levantó y dijo al chofer: “Usted me dio cambio de más”, y le devolvió los diez centavos. Para su sorpresa, el chofer le contestó: “Sí, lo sé. Lo hice a propósito. Ayer escuché su homilía y lo miré por el espejo al contar el vuelto”. El sacerdote pasó la prueba... y dio un buen testimonio de su fe.

Tanto los buenos como los malos ejemplos moldean el ambiente en que vives. Ojalá prevalezcan los que favorecen lo bueno, digno, noble. Porque si gana el egoísmo salvaje, llegaremos a una pérdida tal de valores morales que la vida será muy triste, faltará lo más hermoso: el respeto y el amor. Amigo/a, tu buen ejemplo es importante.
* Enviado por el P. Natalio



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