Mayo 17-Te suplico, Señor

Escrito por Mons. Victor Manuel Fernández
Mayo 17






https://misionerosdigitales.com/wp-content/uploads/2020/05/17-de-Mayo.mp3

La súplica nos alivia por dentro, porque cuando le pedimos ayuda al Espíritu Santo sentimos que la carga que estamos llevando ya no es tan pesada. Seguro él nos ayudará de alguna manera para que encontremos una salida, y sobre todo para que sepamos cómo enfrentar esa dificultad.

El Espíritu Santo es como un maestro interior, como un médico del alma, como un especialista en masajes interiores que sabe poner las cosas en su lugar. Así, las dificultades no te enferman, no te derriban, no te lastiman tanto, porque él derrama una fuerza, un perfume, un bálsamo que te alivia en medio de los problemas. Por eso, nada mejor que pedirle ayuda al Espíritu Santo.

La misma Biblia nos dice que tenemos que suplicar y pedir ayuda:

«Confía tu suerte al Señor, y él te sostendrá» (Salmo 55,23).

«No se angustien por nada, y en cualquier circunstancia recurran a la oración y a la súplica» (Filipenses 4,6).

«Si alguien está afligido, que ore» (Santiago 5,13).

La súplica es descargar las inquietudes en el Señor, sabiendo que él se ocupa de nosotros cuando se lo permitimos realmente (1 Pedro 5,7).

Detengámonos un momento a pedirle ayuda al Espíritu Santo, a suplicarle por aquellas cosas que nos preocupan en este momento de nuestra vida.


Sé constante
Nadie alcanza la meta con un solo intento, ni perfecciona la vida con una sola rectificación, ni alcanza altura con un solo vuelo. Nadie camina la vida sin haber pisado en falso muchas veces... nadie recoge la cosecha sin probar muchos sinsabores, enterrar muchas semillas y abonar mucha tierra.

“Basta asomarse a un hospital para aprender sabiduría para la vida. Allí hay un convaleciente, después de un accidente gravísimo. Estuvo sin moverse durante seis meses. Ahora está incapacitado para caminar porque sus músculos habían perdido toda consistencia. Después de hacer, día a día, innumerables sesiones de masaje, sus músculos comienzan a recuperar lentísimamente un poco del antiguo vigor y después de mucho tiempo recomienza a dar heroicamente los primeros pasos” (I. Larrañaga).

Dios siempre está dispuesto a concederte sus dones, pero pide tu colaboración, tu esfuerzo, tu voluntad. Leonardo da Vinci dispuso grabar en su tumba este epitafio: “Tú, Señor, regalas todos tus dones al precio del esfuerzo”. El éxito comienza con una voluntad decidida a permanecer firme en la lucha, ése es el gran regalo de Dios. Utilízalo con humildad.

* Enviado por el P. Natalio

Barras y separadores: Barras de corazones