Escrito por Mons. Victor Manuel Fernández
Marzo 2
https://misionerosdigitales.com/wp-content/uploads/2020/02/2-de-marzo.mp3
La acción del Espíritu Santo se caracteriza por la alegría, el entusiasmo. Es el gozo de los discípulos de Emaús que sintieron «arder su corazón» junto a Cristo y por eso salieron a comunicarlo a los demás: «Es verdad, ¡el Señor resucitó!» (Lucas 24,34).
Todo el libro de los Hechos muestra con abundantes ejemplos lo que es esa poderosa evangelización «en el Espíritu Santo». Vale la pena leerlo y dejarnos contagiar por ese entusiasmo evangelizador.
Allí vemos cómo los evangelizadores estaban llenos de los dones del Espíritu para poder llegar a los demás.
Porque para la obra evangelizadora, y para cualquier otra tarea, el Espíritu derrama admirablemente multitud de dones que nos enriquecen para prestar un buen servicio a los hermanos: son los carismas (1 Corintios 12).
Hay muchos y distintos carismas en cada uno de nosotros, y todos tenemos el derecho y el deber de ejercitar nuestros carismas, cualesquiera sean. Pero el discernimiento de los pastores permite descubrir si el carisma es auténtico y si se lo está ejercitando sanamente (Gálatas 2,2).
Es bueno pedirle al Espíritu Santo que nos haga descubrir nuestros propios carismas, todo lo que él nos ha regalado para servir a los demás.
Porque sería una pena desaprovechar esa riqueza.
Marzo 2
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La acción del Espíritu Santo se caracteriza por la alegría, el entusiasmo. Es el gozo de los discípulos de Emaús que sintieron «arder su corazón» junto a Cristo y por eso salieron a comunicarlo a los demás: «Es verdad, ¡el Señor resucitó!» (Lucas 24,34).
Todo el libro de los Hechos muestra con abundantes ejemplos lo que es esa poderosa evangelización «en el Espíritu Santo». Vale la pena leerlo y dejarnos contagiar por ese entusiasmo evangelizador.
Allí vemos cómo los evangelizadores estaban llenos de los dones del Espíritu para poder llegar a los demás.
Porque para la obra evangelizadora, y para cualquier otra tarea, el Espíritu derrama admirablemente multitud de dones que nos enriquecen para prestar un buen servicio a los hermanos: son los carismas (1 Corintios 12).
Hay muchos y distintos carismas en cada uno de nosotros, y todos tenemos el derecho y el deber de ejercitar nuestros carismas, cualesquiera sean. Pero el discernimiento de los pastores permite descubrir si el carisma es auténtico y si se lo está ejercitando sanamente (Gálatas 2,2).
Es bueno pedirle al Espíritu Santo que nos haga descubrir nuestros propios carismas, todo lo que él nos ha regalado para servir a los demás.
Porque sería una pena desaprovechar esa riqueza.