escrito por Mons. Victor Manuel Fernández
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Dice el Evangelio que Jesús estaba lleno del Espíritu Santo, porque el Padre Dios «le da el Espíritu sin medida» (Juan 3,34).
Sin medida, y eso significa que Jesús está repleto del fuego, la luz y el poder del Espíritu Santo.
Todo su ser desborda de vida, de amor y de belleza, porque él posee el Espíritu sin medida.
Imaginemos a Jesús feliz por esa presencia plena y desbordante del Espíritu en su corazón, imaginemos cuánta libertad, cuánta alegría, cuánta fuerza había en él cuando predicaba, cuando hacía milagros, cuando iba por todas partes derramando amor.
Y pidámosle que abra su corazón, para que de esa plenitud también nosotros podamos recibir cada día más el Espíritu Santo.
Porque lo necesitamos para vivir mejor.