9 de septiembre
escrito por Mons. Victor Manuel Fernández
https://misionerosdigitales.com/wp-content/uploads/2019/08/9-setiembre.mp3
«Espíritu Santo, tú eres Dios. Hoy vengo a pedirte perdón por las veces que te he ofendido.
Confío en tu misericordia sin límites, en tu compasión que nunca se acaba, y te pido que me perdones por mis caídas. Porque no fui más generoso, porque no siempre me entregué con alegría, porque me dejé llevar por la negatividad o la tristeza, porque en mi interior alimenté algún desprecio y rechazo hacia otras personas.
Perdóname y purifícame, Espíritu Santo.
También te pido perdón por las veces que no me dejé inspirar por ti, que no me dejé llevar, que me resistí a tus invitaciones, que preferí quedarme cómodo en mi mediocridad y cerré mis oídos a tus llamados.
Te pido perdón, sabiendo que me darás la gracia para volver a comenzar, para seguir intentando los cambios que me propones en mi interior.
Gracias, Espíritu Santo, porque nunca dejas de confiar en mí.
Amén.»
Si comprendemos verdaderamente la Eucaristía; si la convertimos en el tema central de nuestras vidas; si nos alimentamos con la Eucaristía, no tendremos dificultad alguna en descubrir a Cristo, amarlo y servirlo en los pobres.
escrito por Mons. Victor Manuel Fernández
https://misionerosdigitales.com/wp-content/uploads/2019/08/9-setiembre.mp3
«Espíritu Santo, tú eres Dios. Hoy vengo a pedirte perdón por las veces que te he ofendido.
Confío en tu misericordia sin límites, en tu compasión que nunca se acaba, y te pido que me perdones por mis caídas. Porque no fui más generoso, porque no siempre me entregué con alegría, porque me dejé llevar por la negatividad o la tristeza, porque en mi interior alimenté algún desprecio y rechazo hacia otras personas.
Perdóname y purifícame, Espíritu Santo.
También te pido perdón por las veces que no me dejé inspirar por ti, que no me dejé llevar, que me resistí a tus invitaciones, que preferí quedarme cómodo en mi mediocridad y cerré mis oídos a tus llamados.
Te pido perdón, sabiendo que me darás la gracia para volver a comenzar, para seguir intentando los cambios que me propones en mi interior.
Gracias, Espíritu Santo, porque nunca dejas de confiar en mí.
Amén.»
Madre Teresa
Si comprendemos verdaderamente la Eucaristía; si la convertimos en el tema central de nuestras vidas; si nos alimentamos con la Eucaristía, no tendremos dificultad alguna en descubrir a Cristo, amarlo y servirlo en los pobres.