Febrero 27-Orar con los salmos

escrito por Mons. Victor Manuel Fernández
febrero 27




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El Espíritu Santo es Dios. Por eso podemos dirigirnos a él con estas hermosas palabras de los Salmos:

«Señor, qué precioso es tu amor.
Por eso los humanos se cobijan
a la sombra de tus alas,
se sacian con tu hermosura
y calman la sed en el torrente de tus delicias»
(Salmo 36,8-9).

«Dios mío, yo te busco,
mi alma tiene sed de ti,
mi carne te anhela
como una tierra reseca y sedienta…
Tu amor vale más que la vida,
mis labios te adoran.
Yo quiero bendecirte en mi vida
y levantar mis manos en tu nombre.

 Y mi alma se empapará de delicias
 y te alabará mi boca con cantos jubilosos…
Me lleno de alegría a la sombra de tus alas.
 Mi alma se aprieta contra ti,
y tú me sostienes»
(Salmo 63,2-9).

«Señor, en ti me cobijo,
no dejes que me quede confundido.
Recóbrame con tu amor, líbrame»
(Salmo 31,2).

«Es bueno darte gracias, Señor,
y cantar a tu nombre,
anunciar tu amor por la mañana
 y tu fidelidad cada noche»
(Salmo 92,2-3).




Benedicto XVI

“En Cuaresma se nos invita con mayor fuerza a arrancar de nuestros deseos las raíces de la vanidad para educar el corazón a desear, es decir, a amar a Dios. “Dios —dice también san Agustín—, es todo lo que deseamos. Ojalá que comencemos realmente a desear a Dios, para desear así la verdadera vida, el amor mismo y la verdad.”