escrito por Mons. Victor Manuel Fernández
Enero 27
https://misionerosdigitales.com/wp-content/uploads/2020/01/27-enero.mp3
«Penetra mis entrañas con tu amor, Espíritu Santo, para que sienta que los demás son mi propia carne, para que me duela su dolor y me alegre con sus alegrías. Ilumina mis ojos, Espíritu Santo, para que pueda reconocer a Jesús presente en cada uno de ellos.
Para que les ayude a llevar sus cargas. Derrama en mi interior, Espíritu Santo, una gran disponibilidad, para que sea capaz de dar sin medida, para que aprenda a compartir lo que tengo buscando la felicidad de los demás.
Enséñame a aceptar con ternura y serenidad que me quiten mi tiempo. Muéstrame la grandeza de los que dan con alegría.
Ayúdame a descubrir la hermosura del manantial que siempre da; la belleza del cántaro, que existe para saciar la sed de los demás. Ayúdame a reconocer la inmensa dignidad de todas las personas, que tienen derecho a ser parte de mi vida.
Dame un amor generoso y humilde, dispuesto a compartir con los demás mi propia vida, mis talentos, mis bienes. Que pueda entregarme sin resistirme ante sus reclamos, amando a los demás con tu amor, y mirándolos con tu mirada.
Ven Espíritu Santo.»
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«Penetra mis entrañas con tu amor, Espíritu Santo, para que sienta que los demás son mi propia carne, para que me duela su dolor y me alegre con sus alegrías. Ilumina mis ojos, Espíritu Santo, para que pueda reconocer a Jesús presente en cada uno de ellos.
Para que les ayude a llevar sus cargas. Derrama en mi interior, Espíritu Santo, una gran disponibilidad, para que sea capaz de dar sin medida, para que aprenda a compartir lo que tengo buscando la felicidad de los demás.
Enséñame a aceptar con ternura y serenidad que me quiten mi tiempo. Muéstrame la grandeza de los que dan con alegría.
Ayúdame a descubrir la hermosura del manantial que siempre da; la belleza del cántaro, que existe para saciar la sed de los demás. Ayúdame a reconocer la inmensa dignidad de todas las personas, que tienen derecho a ser parte de mi vida.
Dame un amor generoso y humilde, dispuesto a compartir con los demás mi propia vida, mis talentos, mis bienes. Que pueda entregarme sin resistirme ante sus reclamos, amando a los demás con tu amor, y mirándolos con tu mirada.
Ven Espíritu Santo.»