La paloma iba andando tranquila, entre las margaritas y los montecitos del campo, picoteando granitos de trigo sueltos ... Cuando se le echó encima, como un gigante monstruoso, el tanque, que apareció en un alto y bajo echando chispas hasta la verde llanura.
El tanque era negro, feo, muy grande, hacía mucho ruido.
La paloma blanca, guapa, pequeña, silenciosa.
La paloma sufrió un trastazo y se salvó de milagro.
La paloma se asusta, se echó a llorara y se echó a volar.
La paloma volaba muy mal, coja de pata y manca de ala, no se podía posar en ningún lugar del mundo.
Y seguía volando, volando.
No termino de curarme, me voy a caer,- decía la paloma -volaré bajito para que el golpe sea menos fuerte.
Por fin en el patio del colegio.
¡Ahí vá! ¡Una paloma! - dijeron los niños.
- Una paloma herida - dijeron las niñas y la cogieron con cuidado.
- ¡Cómo tiembla! ¡Pobrecita!
- Tiene sangre en las patas.
- No, es que son así. En mi pueblo hay palomas de pata roja y cerdos de pata negra.
- venga, déjate de historias, hay que curarla, rápido.