El origen de la felicidad


Había una vez un niño que era muy feliz, , aunque no tenía muchos juguetes ni dinero. Él decía que lo que le hacía feliz era hacer cosas por los demás, y que eso le daba una sensación genial en su interior. Pero realmente nadie le creía, y pensaban que no andaba muy bien de la cabeza. Dedicaba todo el día a ayudar a los demás, a dar limosna y ayuda a los más pobres, a cuidar de los animales, y raras veces hacía nada para sí mismo.

Un día conoció a un famoso médico al que extrañó tanto su caso, que decidió investigarlo, y con un complejo sistema de cámaras y tubos, pudo grabar lo que ocurría en su interior. Lo que descubrieron fue sorprendente: cada vez que hacía algo bueno, un millar de angelitos diminutos aparecían para hacerle cosquillas justo en el corazón.

Aquello explicó la felicidad del niño, pero el médico siguió estudiando hasta descubrir que todos tenemos ese millar de angelitos en nuestro interior. La pena es que como hacemos tan pocas cosas buenas, andan todos aburridos haciendo el vago.

Y así se descubrió en qué consiste la felicidad, y gracias a ese niño todos sabemos qué hay que hacer para llegar a sentir cosquillitas en el corazón
Pedro Pablo Sacristán

Para reflexionar (Don de Piedad):
Cuando comenzamos la serie de cuentos acerca de los dones del Espíritu Santo, lo hicimos con el don de la Sabiuría y seguimos con Entendimiento, Consejo y Fortaleza.

Es bueno disfrutar la vida, reconocer la obra de Dios en ella, saber aconsejar y aconsejarse, y pedir fuerzas para seguir adelante. Sin embargo, para que todo esto tenga valor realmente, debe ser hecho con amor.

El cuento de hoy, nos hace reflexionar acerca de este don, el don de la piedad.

El "amor" está presente permanentemente en los medios de comunicación, en las películas, en los encuentros de catequesis… Sin embargo, no siempre entendemos bien qué quiere decir amar.

El don de la piedad nos enseña a amar realmente.