Discernimiento y misión: en el camino del Espíritu

Fuente: BuenasNuevas.com


Llega el tiempo de Pentecostés y volvemos nuestra mirada al Espíritu de Dios. El nos conduce para vivir fieles en el camino de Jesús. El nos acompaña y nos anima para superar las dificultades de la vida y anunciar con alegría la Buena Noticia del Reino.
Discernimiento, aprender por dónde pasa Dios y sus propuestas...
y Misión, respuesta y compromiso vital al llamado de Dios...
para construir su Reino...
para aprender a andar en los caminos de Dios.

La vida cristiana es un camino. 
En los primeros años del cristianismo los que se unían a las comunidades eran conocidos como seguidores de el Camino . La Didajé (catequesis del siglo I para los que se iniciaban en la fe) dedica sus primeros capítulos a la instrucción sobre los dos caminos. A lo largo de su vida Jesús fue tomando diferentes opciones y con ellas, trazó una huella para los que seguían sus pasos. El mismo invitó un grupo de sencillos hombres de su tiempo a unirse y acompañarlo en su misión.
"El encuentro inicial con el Señor es el punto de partida del seguimiento, del discipulado. Ese camino es lo que san Pablo llama 'caminar según el Espíritu' (Rom. 8, 4), eso es también lo que llamamos corrientemente espiritualidad"


Beber en su propio pozo, 
G. Gutiérrez, pág. , Ed. Sígueme.

El término espiritualidad, que posee una sólida y profunda resonancia bíblica, se ha malentendido y mal utilizado, muchas veces, en la historia de la Iglesia. Se lo ha relacionado con la vida espiritual de una persona, distinguiendo y separándola de la vida llamada, peyorativamente, "material". Nada más lejos del pensamiento y del mensaje bíblico. La Biblia no distingue ni separa la vida en compartimentos. No existe una vida social, una vida personal, una vida espiritual, una vida económica, una vida familiar, una vida política, cada una al margen de la otra. La vida es una sola, y toda ella es atravesada, o no, por la espiritualidad. La concepción de una vida espiritual separadas de una vida material es una herencia de la filosofía griega, que dividía al ser humano en un cuerpo y un alma que lo habitaba. Pero la Biblia no nos habla de esa dualidad. Por el contrario, insiste en la unidad de la persona humana.

"La vida espiritual es la totalidad de una vida, en la medida en que es motivada y determinada por el Espíritu Santo, el Espíritu de Jesús. Cuanto más motivados seamos por ese Espíritu en todo lo que hagamos, tanto más podremos decir que tenemos una vida espiritual.

(...) en la Biblia, tener una vida espiritual o una vida según el Espíritu no es estar siendo movido por un espíritu cualquiera, que baste que sea espíritu y no materia. Tiene vida espiritual el que es movido por el Espíritu de Dios y no por cualquier otro espíritu (...).

La vida espiritual es entonces el esfuerzo constante y diario para asegurar que el espíritu que nos mueve es el Espíritu de Dios y no cualquier otro espíritu. Esto significa que tomamos en serio el consejo de Pablo cuando dice: "Y no se conformen con este mundo" (Rom. 12, 2). En vez de eso, buscamos los caminos de Dios, los caminos del Espíritu (...).

La espiritualidad bíblica es un intento de descubrir cómo el Espíritu de Dios se manifiesta en las vidas de los personajes bíblicos que fueron movidos por el Espíritu, que tuvieron una vida espiritual ejemplar. Buscamos en la Biblia más el Espíritu que la letra, a fin de proporcionar al Espíritu más libertad para actuar en nuestras vidas y nuestro país hoy."


Espiritualidad Bíblica, 
A. Nolan, pág. 9-12, Ed. Dabar.

Vivir siguiendo a Jesús es caminar según su Espíritu. Aprender a ver la vida con los ojos de Dios, dejarse conducir por él y animarse a actuar en consecuencia.

La tarea principal de la vida espiritual es el discernimiento, animado por el Espíritu de Dios, que nos lleva a contestar la pregunta ¿es el Espíritu de Jesús el que está guiando mis acciones, mis opciones, las decisiones que voy tomando?

Discernir es aprender a descubrir por donde pasa la voluntad de Dios. Qué es lo que El nos pide creer, hacer y vivir. Discernir es aprender a descubrir cómo y dónde podemos sr más fieles al Dios de Jesús. Cómo podemos contribuir con nuestras palabras, nuestro servicio y nuestro ejemplo de vida, a revelar a Dios. Cómo podemos colaborar para que su proyecto sea más transparente a los ojos de los hombres, cómo podemos hacer para que sus valores y sus juicios sean realmente la norma de vida a seguir.

Discernir, según el Espíritu de Dios, es aprender a optar por los caminos del Reino.
"Entre la opción por la muerte o por la vida discurre la existencia humana. El Deuteronomio hace con toda claridad ese planteamiento en un texto muchas veces citado ('mira, hoy te pongo delante la vida y el bien, la muerte y el mal', Deut. 30, 15). Pablo lo retoma con enorme vigor y hace de este asunto el centro de la espiritualidad cristiana. Caminar según el espíritu es rechazar la muerte (el egoísmo, el desprecio a los demás, lacodicia, la idolatría) y escoger la vida (el amor, la paz, la justicia). Renunciar a la carne y vivir según el espíritu es estar disponible a Dios y a los demás(...)

 Entre la muerte y la vida, es decir entre la carne y el espíritu, urge tomar una decisión. La elección no se halla entre el cuerpo y el alma, nada más ajeno a Pablo que no establece una oposición filosófica, sino religiosa entre carne y espíritu. Para él se trata de la persona humana tomada en su integridad. Es ella la que debe saber optar por el espíritu, por la vida."


Beber en su propio pozo, 
G. Gutiérrez, pág. 95, Ed. Sígueme.

Unido al discernimiento, y como consecuencia de él, aparece la disposición generosa para la misión. Es una constante que apreciamos en todos los personajes bíblicos que nos inspiran el camino a aseguir. Todos ellos, pasando por la crisis existencial que significa el discernimiento (no hay discernimietnto sin conflicto interior, sin dudas, sin tironeos) y fortalecidos en la fe, se lanzan con decisión a poner en práctica los designios de Dios. Abraham, Moisés, Jeremías, por citar sólo algunos, conocen la experiencia del discernimietno, preguntarse ¿qué es lo que Dios quiere? ¿qué me pide en este momento? ¿cómo quiere que interprete y me comprometa ante esta situación histórica? Y , en la fe acrisolada, se entregan para realizar el plan de Dios.

Jesús mismo nos señala los pasos. Antes de salir a predicar, a anunciar y realizar la Buena Noticia del Reino, pasa 40 días en el desierto, acompañado y guiado por el Espíritu. Allí acude para discernir, en la fe, cuál es el camino qué debe seguir, cúales son las convicciones que debe mantener, cómo y de que manera debe buscar ser fiel a Dios.

El tiempo de Pentecostés puede servirnos para revisar nuestra vida. El Espíritu que renueva la faz de la tierra llega nuevamente con sus dones, para transformar rnuestas vidas.
En el seguimiento de Jesús el Espíritu nos anima para elegir vivir con los criterios del Reino. La vida según el espíritu nos lleva al discernimiento cotidiano y al compromiso misionero.

Ser animado por el Espíritu, vivir una vida espiritual, es elegir la Vida de Dios y sus valores: el amor, la paz, la justicia, la solidadridad, la fraternidad, contra la amenaza de la muerte, encarnada en el mundo a través del egoísmo,la explotación, la injusticia y la violencia.
Ser animado por el Espíritu es optar por los valores del Reino, y anunciarlo con palabras, gestos y hechos de vida nueva.

Recursos para el trabajo pastoral

Para la reflexión personal
- Leer los siguiente textos:
  • Mt. 4, 1
  • Mt. 12, 28
  • Lc. 10, 21
  • Hech. 4, 8
  • Hech. 6, 3-5
  • Hech. 8, 26 ss
- Para reflexionar:
¿Qué encontramos en común en todos ellos?
Comparar con nuestras vidas.
  • ¿Tomo mis decisiones a la luz del Espíritu?
  • ¿Me dejo conducir por él?
  • ¿Soy capaz de discernir lo que pasa en la realidad desde los criterios de Jesús?
  • ¿Qué cambios en mi vida me puede estar sugiriendo el espíritu de Jesús?
Para la reflexión grupal
- Comenzar el encuentro cantando al Espíritu Santo y pidiéndole su compañía para el momento que vamos a compartir.
- Formar grupos de cuatro - cinco personas.
- Leer el texto "Discernimiento y Misión", a manera de introducción.
Compartir las ideas que más nos lllegaron.
¿Cóomo vivimos, cada uno, el discernimiento, en nuestra vida cotidiana? Compartir experiencias donde hayamos tenido que discernir desde la fe.
- Meditación con la Palabra de Dios
Cada grupo lee un texto bíblico. Todos trabajan con la misma guía de preguntas.
- Textos sugeridos:
  • Lc. 1, 26-38
  • Lc. 4, 14-24
  • Hech. 1, 12-14 , 2, 1-11
  • Hech. 2, 32-47
  • Hech. 10, 34-48
- Guía de preguntas:
  • ¿Qué personas intervienen?
  • ¿Cuál es la acción del Espíritu Santo?
  • ¿Qué consecuencias trae?
  • De acuerdo con el mensaje del texto, ¿qué significaría hoy dejarnos llevar por el Espíritu?
- Puesta en común.
Cada grupo comenta qué texto leyo y las conclusiones de su trabajo.
- Oración final.
leemos la oración "Animados por el Espíritu". Cada uno elige una frase o parte de la oración que más le llegue y la lee en voz alta. Luego compartimos intenciones personales. Terminamos con el Padrenuestro , y una canción al Espíritu Santo.

Animados por el Espíritu



Ser cristiano es seguir a Cristo.
Pro-seguir su obra y su estilo de vida
aceptar su proyecto
y vivirlo según su espíritu
en la perspectiva
de las Bienaventuranzas.
Per-seguir su causa:
la construcción del Reino
y la Liberación de los hombres.
La gran Utopía de Dios,
que los hombres sean hermanos,
que todos puedan vivir
con dignidad, justicia y paz.
Con-seguir su plenitud
formar parte de su comunidad,
una comunidad fraterna,
unida en el anuncio y
el servicio a los más pobres.
Seguir a Jesús
es vivir animados por su Espíritu.


Ser cristiano es
actualizar el camino de Jesús
(en los primeros tiempos
al cristianismo se lo llamaba el camino)
Re-vivir el proceso de Jesús,
mantener vivas sus opciones,
sembrar con El las semillas de su Reino,
construir comunidades activas y orantes,
dar testimonio fiel de su Palabra,
vivir la propuesta del amor.


Vivir en cristiano
es posible
si nos anima el Espíritu de Jesús.
Espíritu de Dios,
siempre presente en la vida del Hijo,
presente desde la concepción de Jesús
en el seno de María,
la virgen madre llena de Dios.


Espíritu Santo,
llena nuestros corazones de tu presencia
para decir, con María,
SÍ a lo que nos pida el Padre Bueno.
Danos fuerzas para responder con alegría
a los proyectos de Dios en nuestra vida.
Enséñanos la confianza de la Madre
para entregar lo mejor de nosotros
al servicio de los demás.


Espíritu de Dios,
presente en su crecimiento
en estatura, en sabiduría,
en gracia de Dios,
en los años anónimos
de Jesús-niño en Nazareth.


Espíritu Santo,
acompaña nuestro crecimiento interior.
Enséñanos a rezar más y mejor,
abre nuestro corazón a los demás,
haznos crecer en los valores del Reino
y en las actitudes evangélicas.
Ayúdanos a madurar en la fe,
a sostener la esperanza,
a obrar con amor.


Espíritu de Dios,
presente junto a Jesús en el desierto.
Guiando sus pasos al proyecto del Padre.
Animándolo para no caer en la tentación,
fortaleciéndolo en la opción por un Reino
construido desde la entrega,
la compasión y el servicio
que libera de la opresión y del pecado.


Espíritu Santo,
permanece a nuestro lado
para que no aflojemos en la diaria tarea
del seguimiento de Jesús.
Ayúdanos a discernir
en los momentos de desierto, de crisis.
Que no caigamos en la tentación
del poder, del dinero, de la ambición.
Reafirma nuestra opción por Jesús
y por su causa.


Espíritu de Dios,
presente en la sinagoga de Nazareth
el día que Jesús anuncia su misión.
Lleno del Espíritu proclama
que el tiempo se ha cumplido.
La Buena Noticia ha llegado,
el Reino de Dios se ha hecho presente
en la historia de los hombres.
Surge la vida para todos
y la esperanza es realidad que se manifiesta
en los ciegos que ven,
en los sordos que oyen,
en los paralíticos que caminan,
en los pobres y excluidos que Jesús
revela como los preferidos de Dios.


Espíritu Santo,
enséñanos a ser fieles
al anuncio de Jesús y que nuestra experiencia de fe
surja del encuentro con Dios
en el servicio a los demás.
Orienta nuestras fuerzas,
nuestras aptitudes, nuestros dones
a la construcción de una vida más digna
para los que menos tienen.
Danos hambre y de justicia
y muestranos el camino para realizarla.


Espíritu de Dios,
presente en la predicación de Jesús.
Brindándole la fuerza necesaria
para curar, sanar, perdonar y dar vida.
Llenándolo de alegría
para dar gracias al Padre
por los pequeños, por los más pobres,
porque son los más abiertos
a los proyectos de Dios.


Espíritu Santo,
danos la perseverancia y el valor
que necesitamos para seguir a jesús.
Ayudanos a encontrar la mejor manera
de hacer realidad su mensaje.
Sorpréndenos con nuevos desafíos,
derriba nuestras falsas seguridades
que muchas veces diluyen
las exigencias de la fe.
Enséñanos a aprender de los más pobres
cómo vivir el Evangelio.


Espíritu de Dios,
presente en los últimos momentos
de la vida de Jesús
y en su muerte injusta.
Animando su voluntad de seguir adelante
hasta las últimas consecuencias
para mantener la fidelidad al Padre.


Espíritu Santo,
fortalece nuestro caminar
en el sufrimiento, la persecución,
la incomprensión o el martirio.
Aliéntanos en todo lugar y tiempo,
sostén la voluntad de seguir a Jesús
aceptando los conflictos, desafíos
y consecuencias de su caminar y su cruz.


Espíritu de Dios,
presente en Pentecostés, en la Iglesia
que nace del encuentro
del pueblo pobre y peregrino
con la fuerza que viene de lo Alto.


Espíritu Santo,
anima nuestras comunidades en marcha,
fortalece sus relaciones humanas,
acrecienta sus ganas de optar por Jesús.
Suscita la creación
de comunidades nuevas,
promueve la vocación y formación
de animadores de comunidad.
Convierte nuestros corazones
al afán misionero
de los primeros cristianos.
Ayúdanos a discernir
y a escuchar la voz del Padre
y sus propuestas.
Enséñanos a compartir la fe,
a caminar en la esperanza,
a vivir el amor en gestos
y obras concretas que anticipen
la Justicia y el Gozo del Reino
Camina con nosotros,
y acércanos a Jesús.
Marcelo A. Murúa


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