Sara es una pequeña niña. Y como todas las niñas pequeñas es curiosa.
Su mamá había recibido como regalo en su Aniversario de bodas, un hermoso florero. Tan hermoso como caro.
Su madre lo cuidaba tanto que no lo usaba por temor a que se rompiera. Le gustaba contemplarlo pues reflejaba la luz fragmentándola en rayos que se proyectaban en la pared. Le gustaba su transparencia y los hermosos detalles con que había sido esculpido.
En fin... era su más preciado tesoro. Y como tal, lo cuidaba.
A Sara aún siendo pequeña, sabía lo importante que era para su mamá el florero. Le gustaba ver los colores en la pared, y sabía que procedían del florero, pues su madre se lo había dicho al preguntarle.
Un día, su madre limpiaba el florero. Y anter de poder guardarlo, sonó el timbre de la puerta. La mamá intentó ignorarlo, pero era tan insistente que despertó al bebé que dormía cerca. Enojada, fué para recriminar al inoportuno.
El bebé no cesaba de llorar y Sara con la inocencia de sus cuatro añitos, se acercó tratando de consolarlo. Lo cargó y lo llevó a la pared para que viera los hermosos colores en ella.
El bebé se calmó, mirando cómo se movían. Tratando de tocarlos, se estiró. Sara perdió el equilibrio y ambos cayeron al suelo. En su caída, Sara tratsndo de sujetarse de algo, lo hizo del mantel, el cual se resbaló de la mesa llevándose con él, al famoso florero.
La madre que discutía en la puerta con la persona que había tocado y que no era más que un vendedor tratando de vender su producto.
Al oir el estrépito, la madre corre al comedor. Y ve a su hija con el florero en la mano, ve a su pequeño en el suelo con un chipote en la frente.
-"Mami, mami- dice Sara sonriendo- no se rompió tu florero", quien al verlo caer, suelta a su hermanito y lo toma en el aire.
La madre se acerca a su bebé que se encuentra inconsciente. Dando gritos, lloraba.
El vendedor que estaba aún en la puerta, al oirla entra. Y de una sóla mirada, se da cuenta de lo sucedido.
Toma al niño en sus brazos y lo lleva a su auto. La madre sale tras él y Sara tras ella.
Llgan a un hospital cercano. El niño está conmocionado y no despierta.
El pronóstico no es favorable: probable fractura en el cráneo.
La madre llorando, pide a la Virgen por su hijo.
Al pasar los días, el bebé se recupera sin poder explicarlo los doctores.
Finalmente, regresan a casa. Y el florero continúa en la mesa. La madre lo toma, coloca flores en él y lo pone frente a la Virgen que está en su sala, agradecida por su bebé. Comprende finalmente, que se dejó llevar por el amor a un objeto, el cual no puede compararse al amor a sus hijos. Que cuidó más de un objeto, que a sus propios hijos.
Laura Aguilar Ramírez.
Para reflexionar (Temor de Dios):
Este don del Espíritu, aparentemente, es difícil de comprender. ¿Por qué pedimos tener temor de Dios? ¿Cómo vamos a tenerle miedo a un Padre?
Cuando hablamos de "temor de Dios", no nos referimos a tenerle miedo como, cuenta el Génesis, tuvieron Adán y Eva, que se escondieron de Dios después de pecar.
El temor de Dios no es miedo. El temor de Dios, es el "cuidado" del que habla el cuento. Es andar despacio para evitar actuar en contra de lo que Dios nos pide
Es pensar y reflexionar nuestros actos para que estén de acuerdo al pedido de Dios.
Es ir por la vida sin llevarnos por delante a los demás.
Es ir lentamente para adentrarnos en el maravilloso e insondable misterio de Dios.
Cuando hablamos de "temor de Dios", no nos referimos a tenerle miedo como, cuenta el Génesis, tuvieron Adán y Eva, que se escondieron de Dios después de pecar.
El temor de Dios no es miedo. El temor de Dios, es el "cuidado" del que habla el cuento. Es andar despacio para evitar actuar en contra de lo que Dios nos pide
Es pensar y reflexionar nuestros actos para que estén de acuerdo al pedido de Dios.
Es ir por la vida sin llevarnos por delante a los demás.
Es ir lentamente para adentrarnos en el maravilloso e insondable misterio de Dios.